miércoles, 30 de noviembre de 2016

Fidel Castro y la paz

Publicado en El Espectador, Diciembre 1 de 2016

Tras la muerte de Castro, abundaron variantes del “hasta siempre comandante” y peroratas contra el tirano; faltaron alusiones a su participación en el conflicto colombiano. 


Sin su obsesión por exportar la revolución armada, nos habríamos ahorrado años de guerra. A diferencia de los cubanos, nos quedaron pocos beneficios del castrismo, más allá de acoger e impulsar los diálogos de paz. Las FARC leyeron un poético comunicado, “porque de ejemplo y acciones de amor por un mundo mejor nos deja repleta el alma"; fuera del ideal de una lucha revolucionaria “sin átomo alguno de arrepentimiento” y unos cursos de marxismo, por ahí no hubo mayor influencia. El ELN sí nació en Cuba y el M-19 recibió allá el impulso que, sumado al rescate por la toma de la Embajada Dominicana, definiría el curso del conflicto. 


El incidente de transporte de armas en el buque Karina del traficante Jaime Guillot –compañero de estudios de Jaime Bateman y luego yerno de Raúl Castro- sugiere una temprana colaboración entre narcos, M-19 y Cuba. Bateman evadía hábilmente el asunto. “¿Usted cree que Fidel Castro va a meter su revolución, si se quiere moralista, al tráfico de cocaína?” Era inconcebible que un héroe, admirado por intelectuales de todo el mundo, se involucrara en algo tan sucio. Pero su régimen lo hizo, y contribuyó a que rebeldes colombianos se aliaran con narcos y ensuciaran la guerra. No fue el único agente extranjero en el conflicto, y nunca se sabrá si hizo más daño que la colaboración gringa con los Pepes. 


Según la querella puesta ante la justicia francesa por Ileana de la Guardia contra Fidel Castro por tráfico de drogas, en los ochenta Carlos Alonso Lucio ya había negociado con autoridades cubanas el aterrizaje de un avión con cocaína. Los oficiales Arnaldo Ochoa y Antonio de la Guardia fueron fusilados en 1989 bajo cargos de narcotráfico. Se les acusó de operaciones con Pablo Escobar. En el sumarísimo juicio oral conducido por Fidel, hubo autocrítica, abogados defensores mudos, arrepentimiento de los acusados y exoneración de toda responsabilidad de sus superiores. Enrique Krauze, historiador mexicano, señala que “Gabriel García Márquez era amigo íntimo de Antonio de la Guardia” y critica su pusilanimidad ante ese proceso. 


El internacionalista cubano Juan Benemelis argumenta que en las alianzas de rebeldes con mafiosos el régimen castrista jugó un papel crucial. “El embajador Ravelo logró un acuerdo entre el M-19, el Cartel de Medellín y otros grupos guerrilleros con el fin de que las facciones se apoyasen mutuamente”. Antonio Navarro cuenta que para recuperar la espada de Bolívar –que estuvo en manos de Escobar- viajó a Cuba “al Departamento de América que encabezaba nuestro gran amigo Manuel Piñeiros quien por muchos años dirigió la conspiración cubana en Latinoamérica”. Fernando Ravelo, segundo de ese departamento, fue acusado de narcotráfico en 1982 por una corte en la Florida. Norberto Fuentes, escritor consentido del régimen hasta el juicio de Ochoa, afirma que hombres de Escobar se reunieron en Cuba con Castro y que, en 1988, Navarro Wolf hizo para la Dirección General de Operaciones Especiales un informe sobre “la participación de oficiales cubanos en negocios de narcotráfico”. Algo debía saber. 


De buena fuente oí que la paz con Belisario Betancurt abortó por orden de Fidel: podía empantanar el propósito de la revolución continental, al que contribuyeron los del Eme. Darío Villamizar anota que cuando, a través de los cubanos, Jaime Bateman ofreció las armas robadas del Cantón Norte para los sandinistas, “estos le comentaron al general Torrijos la oferta. García Márquez también estaba enterado y en una reunión con el general éste le propuso enviar un emisario a Bogotá para que se reuniera con los dirigentes del M-19, se enterara de los detalles y acordara la forma de hacer llegar esas armas a Panamá”. Torrijos firmó un billete, lo partió en dos y conservó un pedazo como ”contraseña entre Gabo y el emisario del General”. Semejante infidencia pasó desapercibida. Años antes causó más escándalo el rumor de que la administración Turbay, nuestro símil de dictadura, decidió arbitrariamente perseguir a una celebridad.


La paz exige verdad, y sobre el confilcto persisten toneladas de desinformación. Virginia Vallejo vio la toma de Palacio por TV al lado de una misteriosa novia del Eme. Yo ingenuamente espero que algún día alguien revele una escena similar en La Habana: Piñeiro y la cúpula del Eme siguiendo paso a paso el asalto; ahí debieron entender que, a diferencia de la nicaragüense, la batalla colombiana la habían perdido y tocaba pensar en la paz, empezando por abandonar el tráfico de cocaína, “esa peste corruptora que infecta el continente”, como sentenció el diario Granma durante el juicio a los espías traidores. 









Benemelis, Juan (2002). Las guerras secretas de Fidel Castro. Miami: GAD. Versión digital 


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sábado, 19 de noviembre de 2016

Las prostitutas de La Mariposa


Publicado en El Espectador, Noviembre 24 de 2016
Columna después de las gráficas




La violencia de los policías al detener a varias mujeres por ofrecer servicios sexuales en una plaza de San Victorino en Bogotá refleja clasismo e hipocresía.

Mientras ellas consideran que las detuvieron por “ser putas”, los uniformados afirman que fue por su “alto grado de excitación”. Cuesta imaginar semejante operativo –con bofetada de un mujer policía a una de las detenidas- en otros escenarios del sexo pago. Nunca ha habido redadas contra prepagos universitarias que ofecen GFE (girl friend experience) y desde el campus concretan citas por redes sociales o celular. Allí sonaría destemplado el comentario policial tras los abusos en La Mariposa: “¿por qué no educan a esas putas?".

El clasismo permea hasta el lenguaje impuesto por la susceptibilidad activista. El giro correcto “mujer que ejerce la prostitución”, acuñado para evitar términos que conlleven la idea de un oficio permanente, no tiene equivalentes como “dama que practica el escortismo” o “universitaria en situación de prepagada”, a pesar de que su dedicación es más ocasional, y por pocos años.

Hace unos meses, autoridades capitalinas visitaron residencias en la localidad de Santafé. Recordaron la prohibición de “prestar el sevicio por ratos”: fuera de la zona de tolerancia no puede haber prostitución. Esta restricción también atañe únicamente al estrato precario y visible de la actividad, el de la calle. Con negocios de fachada -como saunas, spas o salas de masaje- servicio a domicilio, moteles, hoteles cinco estrellas para extranjeros, se esfuman los controles, a veces se revierten. En Cartagena, un policía acompañó a Dania Londoño a cobrarle sus servicios a un agente secreto gringo; al convertirse en figura mediática, ella aclaró el abismo existente entre una prostituta y una prepago, que “puedes sacar a cenar, que se viste bien, que habla y actúa como una señora”. Además de varias demandas, inspecciones sorpresivas en lugares sofisticados también dejarían pruebas irrefutables de comercio sexual: condones usados y porno en una televisión. Los acuciosos funcionarios que morbosamente supervisan encuentros furtivos deberían saber de un lujoso hotel madrileño con habitaciones por horas para que empresarios y políticos echen una siesta bien acompañados, sin interrupciones, en “camas celestiales”.

Mujeres que se ofrecen en la vía pública son la parcela humilde, humillada, arrinconada y declinante del mercado del sexo, ignorada hasta por “catadores” que prueban “prostis” en burdeles, prepagos -“que citas por teléfono y ves por Twitter o páginas web y te encuentras con ellas en un motel o residencia”- escorts o acompañantes. “Recuerdo uno que me hizo una reseña divina, súper buena gente”, anota satisfecha una catada. El amplio territorio de estos especialistas en “degustar mujeres alquiladas” sobrepasa con creces la zona roja de la ciudad.

Nathalia Guerrero, una reportera más informada e interesada que muchas académicas por entender ese entorno, anota que si se dedicara a la prostitución, Twitter sería “la principal herramienta para vender mi producto… Con poca censura, reduce el contacto con el cliente hasta el momento del encuentro, y aumenta la eficiencia, la clientela y la discreción que encontraría en una esquina, parada con una falda diminuta durante toda la noche”. Le faltó agregar que se ahorraría problemas con policías, a quienes sólo acudiría para una emergencia con algún matón usted-no-sabe-quien-soy-yo o cuando le pongan conejo, como a Dania.

Aunque indispensable, la política de zonificación del amor venal es ardua y polémica. Sobra sumarle discriminación contra las mujeres más desfavorecidas, estigmatizadas, de bajos ingresos, mayores riesgos e hijos a cargo; aquellas que, sin ser menores de edad, les toca lidiar con la industria del rescate: académicas, activistas y ONGs que pretenden redimirlas sin escucharlas, ni reconocerles capacidad de decisión, ni agencia, amenazando con convertir a sus clientes callejeros, y sólo a ellos, en delincuentes.

De prepagos y escorts el feminismo no habla, ni aquí ni en Suecia, donde también las hay. Los segmentos glamurosos, dinámicos y sin intermediarios de la prostitución incomodan porque desafían el dogma de una actividad siempre forzada. Como ocurrió con la droga, es un exabrupto ilegalizar el mercado del sexo, entregándolo a las mafias, en lugar de entenderlo y analizarlo, para regularlo. El combate contra el tráfico de menores o la violencia, por ejemplo, se dificultan con la prohibición y pueden facilitarse si colaboran prostitutas con plenos derechos que los denuncien.

No es viable diagnosticar ni intervenir una actividad silenciando hipócrita y arbitrariamente ciertos segmentos importantes. La opacidad incuba torpeza, irrespeto y abusos, que afectan sobre manera a la población frágil, y nunca surgen en un vacío. Hasta hace unos años, el Código Disciplinario de Policía castigaba los noviazgos de los agentes con prostitutas, un indicio de que son comunes, y un recordatorio de la complejidad del fenómeno.

REFERENCIAS

EE (2016). “Controversia por detención de prostitutas en la plaza de La Mariposa, en Bogotá”. El Espectador, Ene 20

_________ “Trabajadoras sexuales denuncian nueva agresión policial en Plaza de la Mariposa de Bogotá”. El Espectador, Ago 9

__________ "Corte Constitucional ordena al Mintrabajo regular trabajo sexual". El Espectador, Nov 18

Guerrero, Nathalia (2015) “El club de catadores de prepagos en Twitter”. Vice, Parte 1- Abril 8Parte 2 - Abril 10


Rivas, Rosa (2002) “El Palace propone siestas en sus 'camas celestiales'”. El País, Mar 15

Rubio, Mauricio (2013). "Ni puta ni trabajadora sexual : prostituta". El Malpensante, Nº 146, Octubre. Versión libre

________________________(2014). "Vigilar y proteger prostitutas". Malpensante, Nº 154, Versión Libre


Semana (2016) "Cuando el noviazgo con prostitutas era un ‘pecado’ en la Policía". Semana.com, Mayo 20

Terra (2014). "Se casa Dania Londoño, la chica prepago del Servicio Secreto". Terra, Feb 5 

sábado, 5 de noviembre de 2016

La implacable testosterona

Publicado en El Espectador, Noviembre 17 de 2016
Reproducción de la columna después de las gráficas






Feministas e intelectuales han negado tercamente la influencia de las hormonas en el comportamiento. Pero ellas siguen actuando, como la tierra moviéndose. 

Con los años, los hombres sentimos la caída de la testosterona, y del deseo. El nivel de la hormona aumenta súbitamente en la adolescencia, alcanza un máximo hacia los veinte años y baja continuamente hasta la tercera edad. Las variaciones de corto plazo se asocian con cambios en la percepción del estatus y las consecuentes posibilidades sexuales. Ganar o perder una competencia deportiva, incluso una partida de ajedrez, altera la concentración de testosterona. La poderosa sustancia no desencadena conductas, pero sí prepara el cuerpo para el conflicto o los encuentros físicos, aumentando la energía. 

Menos conocidos son los primeros dos picos de la curva, al iniciarse la vida embrionaria y poco antes del nacimiento. La primera subida provoca la diferenciación de los genitales: se forman el escroto y el pene; sin ella, quedan vulva y clítoris. Estos cambios físicos preceden el desarrollo y diferenciación cerebrales en la segunda mitad del embarazo. Cualquier modificación del perfil endocrino en esos dos períodos implica un desfase del cuerpo con los rasgos de personalidad dependientes del cerebro, que se forma después. Los flujos prenatales de testosterona y estrógeno definen en buena parte la identidad y la orientación sexuales, que excepcionalmente pueden diferir de la morfología genital.

Tras muchos debates sobre la asignación del sexo en competencias deportivas, en 2011 se adoptó como criterio la testosterona en la sangre. La tasa masculina puede ser 30 veces superior a la femenina. El cambio de voz en los hombres ocurre en la adolescencia con el súbito aumento de las secreciones testiculares, y el correspondiente crecimiento del aparataje vocal. Si una inyección de testosterona masculiniza una voz femenina, el tono de los castrati se explica por su insuficiencia. La asociación con la violencia ha sido muy estudiada. Niveles extremadamente altos pueden implicar incrementos de la agresión, pero factores sociales y educacionales -actuando sobre una fisiología afectada por la hormona- la explican mejor. En adolescentes, la testosterona se relaciona con dominio social pero siempre dependiendo del contexto. Varias enfermedades características de la vejez masculina parecen depender de faltantes de la hormona. Una manipulación extrema y controvertida es la castración química, utilizada en algunos países con agresores sexuales reincidentes y asociada con una fuerte caída de la testosterona.

Desde siempre los granjeros saben que capar animales ayuda a su domesticación, pero sólo a mediados del siglo XIX se comprendió que el efecto dependía de una sustancia producida en los testículos. Un médico reportó haber mejorado su fortaleza y habilidad mental inyectándose extracto de criadilla. Nació así la “organoterapia” –introducción de sustancias o transplante de órganos sexuales- para combatir enfermedades, desde gripa hasta esclerosis. Hace cien años se acuñó el término hormona para esos mensajeros que lograban efectos lejos del lugar donde se producían; la palabra, de raíz griega, significa “poner en movimiento, excitar, estimular”. La industria farmacéutica buscó capitalizar el éxito de la organoterapia aislando, hacia 1930, la testosterona. Inicialmente se creyó que alterando la relación de hormonas masculinas y femeninas se podría corregir la homosexualidad; se comprobó que únicamente cambiaba la disfunción eréctil. 

No sólo animales han sido domados de un tajo. En Bizancio, Roma Antigua, el Imperio Otomán y las dinastias Chinas hubo eunucos, para vigilar el harem, y como educadores. Según un escritor árabe, en estos hombres, libres de apuros, la "mente se vuelve refinada, la inteligencia se agudiza, la naturaleza se pule y el alma se anima”. Además, sexualmente, “combinan todo lo que una mujer quisiera tener, permaneciendo a salvo de la suprema desgracia, un impulso demasiado fuerte para el placer”. 

Un mínimo reconocimiento de la importancia de la biología, la medicina y la farmacología llevaría a considerar intervenciones más eficaces, complementarias de la reforma legal y el cambio cultural. Las doctrinas igualitarias no pueden seguir ignorando la endocrinología, las neurociencias o la etología para comprender y eventualmente modificar la naturaleza varonil, que es en extremo dispar entre la población. La testosterona, y por ende la líbido masculina, varía mucho más entre individuos de una misma edad que el promedio entre jóvenes vigorosos y ancianos decrépitos. Afirmar que todos los hombres somos machistas, posesivos y violentos es tan acertado como proponer que tenemos la misma estatura y aptitud para el básquetbol. El discurso contra los “excesos masculinos” en general es inocuo, incluso contraproducente. La búsqueda de relaciones de género equilibradas sería trivial si bastara con dejar de enseñar lo que en cualquier época o cultura ha tocado amansar, a veces drásticamente, caso por caso.


REFERENCIAS

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La función primordial de la justicia

Publicado en El Espectador,  Noviembre 10 de 2016

La justicia colombiana debería obsesionarse por un artículo del Código Penal: “el que matare a otro incurrirá en prisión de veinticinco a cuarenta años”. Todo lo demás viene después.


Sin prioridades claras, coherentes, y total monopolio de la coerción no hay justicia, ni habrá paz. Las instituciones favorables al desarrollo, la democracia y la igualdad en Europa las antecedieron por siglos dos cambios demográficos del mundo anglosajón: el matrimonio tardío de las campesinas y la familia nuclear. El primero requería una justicia eficaz, que fue facilitada por la segunda. 


Pasos decisivos en la consolidación del Estado moderno se dieron tras la conquista normanda de Inglaterra en el siglo XI. Ante el Domesday Book de la época -minucioso censo de recursos con detalles sobre todas las parcelas del reino- da vergüenza la falta de catastro actualizado en Colombia. El homicidio se volvió afrenta pública y se ilegalizó la venganza, exceptuando aquella entre padre e hijo. Se neutralizaron los clanes y se consolidó la familia nuclear, estructura mínima que simplificó el control de la violencia. Se empezaron a hacer cuentas periódicas, centralizadas y rigurosas de impuestos y homicidios en cada localidad, un logro reciente en el país y aún lejano en muchos. El afán alcabalero fortaleció la investigación criminal: el Coroner, representante del rey que buscaba tesoros, fue encargado de aclarar las circunstancias e identificar los responsables de las muertes violentas, para que las propiedades de los homicidas pasaran al soberano. Esos pragmáticos gobernantes quedarían atónitos con la concesión de amnistías sin tocar el patrimonio de los asesinos.


La corona pudo cobrar tributos y la justicia ocuparse de otros menesteres. El temprano mercado laboral femenino e infantil que favoreció el capitalismo, con jóvenes trabajando y alojándose en hogares extraños, hubiera sido inconcebible sin una instancia que los protegiera de abusos; al final del medioevo, una campesina inglesa reacia a casarse podía acudir ante un juez, prerrogativa que aún no tienen las niñas indígenas colombianas.   


Por un lío de faldas, hace medio siglo se inició en Dibulla, Guajira, la guerra entre dos clanes familiares, Cárdenas y Valdeblánquez. El enfrentamiento “dejó muchos muertos a lo largo de casi veinte años”. La bonanza marimbera intensificó una guerra que “implicaba hombres, carros, proyectiles, armamento, comida y ron”. Iniciada por defender el honor familiar se prolongó por venganzas encadenadas entre parientes. “Tú me la hiciste, tú me la pagas”, y si la persona desaparece, “esa venganza recae sobre cualquier miembro de la familia”. Los Cárdenas “eran tipos que tenían siete y ocho mujeres y con todas tenían dos, tres hijos”. Dos generaciones de medio hermanos formaban un pequeño ejército, como comprobó Camilo, un médico que por esconder a Goyo Cárdenas para que no lo mataran, fue condenado por los Valdeblánquez. Por fortuna, era compadre de una de las hijas del patrón, y acudió a él. “Entro a la casa, había cuarenta hombres por lo menos, todo el mundo bebiendo y eso en el piso eran armas de todos los calibres, y en el fondo estaba Serafín”. El jefe del clan sentenció que Camilo, “no tiene que ver en esta guerra, de manera que me lo respetan, nadie se va a meter con él”. 


Las autoridades “oficiales” no se inmiscuían. “Las guerras entre familias eran el curso normal para resolver los problemas. La Policía y el Ejército nunca se metían. En esa época no había ley, no había un carajo”. 


Clanes macondianos con arandelas diversas -grupos armados, actividades ilegales, amalgama de víctimas, Constitución dadivosa, preeminencia de la tutela, activismos y redes sociales con sus afanes- llevaron a una mescolanza de infracciones de gravedad dispar, al caos de prioridades; se esfumaron los fundamentos de la justicia. El término terrorista, vetado por la pazología para quienes con un carro bomba en un club matan decenas de personas, se propone para estudiantes que matonean por Facebook. Poco interesan la igualdad ante la ley, la tipificación rigurosa de conductas punibles o la proporcionalidad entre delitos y penas. Parece más importante lo que se dice que lo que se hace.  


Desafiando el flamante Estatuto Anticorrupción los corruptos demuestran que ya manejan el “plata o plomo” mafioso. Con la mano izquierda el gobierno suaviza criterios penales y con la derecha propone una reforma tributaria dizque con cárcel para grandes evasores, ignorando redes criminales infiltradas entre sus sabuesos, amenazas y asesinatos impunes. Por fortuna el presidente Nobel fue recibido por una descendiente de Guillermo el Conquistador en el elegante palacio real británico. Ojalá que por ósmosis le haya llegado intacta, para transmitirla a las “autoridades competentes” nacionales y regionales, la obstinación ancestral de los normandos por investigar y sancionar cualquier muerte violenta. 








Carbasse, Jean Marie (1990). Introduction Historique au Droit Pénal. Paris: Presses Universitaires de France

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Sánchez Baute, Alonso (2016) “¿Terrorismo en Los Andes?”. Semana, Oct 31