martes, 20 de septiembre de 2016

Esposas militares, madres sustitutas

Publicado en El Espectador, Septiembre 22 de 2016





Ali, Lorraine (2008). “The Curious Lives of Surrogates”. Newsweek, March 29



Causeur (2013) “Louer ses seins pour allaitement est illégal et dangereux. Entretien avec la députée UMP Valérie Boyer”. Agosto 12

FSM (sf). “Military Wives and Surrogay”. Find Surrogate Mother

Howard, Sally (2015). “US army wives: the most sought-after surrogates in the world”. The TelegraphMay 7

Rodrigues, Astrid & Jon Meyersohn (2010) “Military Wives Turn to Surrogacy: Labor of Love or Financial Boost?”. ABC News, Oct 15


Rutter, Claire (2016). “Celebrities who FAKE their pregnancies: Hollywood fertility doctor reveals more stars are turning to surrogates than ever before”. Mirror, Nov 6

Twine, France Winddance (2011). Outsourcing the Womb. Race, Class, and Gestational Surrogay in a Global Market. New York: Routledge

Warner, Judith (2006) “Outsourced Wombs” The New York Times, Jan 3


Rodrigues, Astrid & Jon Meyersohn (2010) “Military Wives Turn to Surrogacy: Labor of Love or Financial Boost?”. ABC News, Oct 15

lunes, 12 de septiembre de 2016

Rehenes de la paz

Publicado en El Espectador, Septiembre 15 de 2016

La idea de dialogar con rebeldes como “gran oportunidad de transformación” del país surgió en los ochenta. Alguna vez, criticando la mesa del Caguán, propuse compararla con la negociación de un secuestro que abarcara no sólo el rescate sino el manejo de asuntos familiares. La analogía sirve contra la pedagogía insultante y pueril de “guerra, paz, amor y odio”; invita a tomar en serio lo difícil que ha sido este proceso con curtidos extorsionistas para las víctimas de secuestro. Muchas perdonaron y aceptan la reinserción; reconocen la necesidad de redistribución, inclusión política y social, pero rechazan que sus plagiarios lideren debates políticos. No soportan la semejanza entre las concesiones del gobierno y lo que enfrentaron sus familias al pagar un rescate.


María Claudia Saffon, fervorosa creyente en la renovada nación posconflicto, alega que la guerrilla también cedió, una anotación tan oportuna como recordarle a parientes de un rehén que las exigencias iniciales estaban bien por encima de lo finalmente pagado. Lo irritante fue el regateo político, a puerta cerrada, con chantajistas electoralmente exiguos. 


El conflicto tuvo complicaciones inimaginables que este proceso sepultó con tierra. Así como no pudimos acumular conocimiento colectivo para negociar con secuestradores, no logramos que la paz fuera política de Estado en lugar de iniciativas presidenciales aisladas que explican el actual rifirrafe. El único hilo conductor es “guerra a los narcos, diálogo con los rebeldes”. Hubo decisiones cruciales reactivas, poco pragmáticas, con descarada intromisión del Tío Sam y súbitas volteretas. Con más soberbia que realismo y respeto a la sentencia de la Corte, el gobierno amenaza que si pierde el plebiscito volverá la confrontación.


No sería el primer giro de 180º. Tras cederle a Pablo Escobar un artículo de la Constitución por entregarse y luego fugarse de su Catedral, vino una vergonzosa alianza de fuerza pública, agencias norteamericanas, narcos y paramilitares, sin que el pacifismo protestara. Recoletos fue otro viraje: un pacto de no agresión con el Cartel de Cali, corrupción política tradicional, que los mismos gringos cómplices de la sangría de los Pepes sabotearon, como antes hicieron abortar conversaciones con quienes ofrecían dejar el tráfico de cocaína a cambio de impunidad; los jugosos arreglos se hicieron después, individualmente, en beneficio de la justicia norteamericana. Los afanes para apaciguar o desmantelar organizaciones criminales, todos por la paz, no tuvieron agendas ambiciosas. ¿Qué tal haber discutido política de vivienda con Escobar o profundización financiera con los Rodríguez Orejuela? El pacto de Ralito sí provocó indignación entre quienes aplauden estos ambiciosos acuerdos. Solo violentos de izquierda tienen estatus político.


En el boom del secuestro alcancé a planear con mi esposa cómo negociaríamos un rescate. No anticipamos, ni habríamos aceptado, discutir con los captores la necesidad de estudiar más, o subdividir el apartamento, para mejorar nuestras finanzas; transar bajo amenaza tiene límites. Alejandro Reyes afirma que en este proceso se mantuvieron “las líneas rojas de lo que no era negociable”, pero esa difusa frontera fue personal, arbitraria, y secreta. Existen enormes discrepancias individuales en esa percepción subjetiva, que no fue la de una víctima de secuestro, como demostraron familiares de los diputados del Valle. Entre incondicionales del Sí se destacan por su generosidad dos grupos tan minoritarios como vociferantes: quienes no comparten con los violentos sus métodos pero sí la obsesión por derrocar el sistema, y las élites que esperan sacarle el jugo al rediseño del país. Son el reverso de la medalla del furibismo, y entre ambos pervirtieron el debate. 


El ELN decreta cese de actividades y secuestra en varios departamentos; gobierno y pazólogos callan, pero tocará negociar con esa guerrilla que, dice la doctrina, tampoco será derrotada. Estudiaremos su proyecto político, se escribirá una historia más petrolera del conflicto y refundaremos la sociedad, con fe similar a la ya extinguida del 91, y a la que ahora permite sentirnos al final de una guerra civil que oficialmente nos recordaron que existía. 


Para elenos y los que surjan, serviría dejar montada la mesa en La Habana: los beneficios fueron palpables. El proceso mismo -disertar largo sobre muchos temas- ablandó guerreros: se educaron, o los agarró la manigua, pero dejaron de tratarnos como rehenes y empiezan a pedir perdón. Por esta razón, y porque los acuerdos contienen lo crucial –se liquida la guerrilla más vieja del mundo- reitero mi apoyo al Sí, sin grandes expectativas ni temores. La hoja de ruta acordada no llevará al castrochavismo: enfrentará la farragosa realidad nacional, hordas de leguleyos empantanándola con tutelas, corrupción, toneladas de droga y hasta paros armados con justa causa. Ojalá el nuevo Fiscal rescate rescates escondidos y despeje inquietudes sobre los últimos secuestrados en poder de las Farc, los rehenes de la paz. 





Dibujos en alambre de Frank Plant







Criollo, Olga Lucia (2016). ““Hace 9 años no lloraba como lloré el sábado”: Fabiola Perdomo sobre encuentro con Farc”. El País, Sep 9

EE (2016). “La guerrilla paralizará comercio, vías y otras actividades diarias, para celebrar los 36 años del Frente Domingo Laín”. El EspectadorSep 11


_______________(2016). “Los alcances del paro armado del Eln”. El Espectador, Sep 12


Garzón, Juan Carlos (2016). “El futuro de la violencia política sin las FARC”. Razón PúblicaSep 5

Giraldo, Ángela María (2016). "Duele mucho encarar a las FARC". Semana, Sep 12

K&K (2016) “Farc podría matar a secuestrados, dice Herbin Hoyos”. KienyKeMarzo 14

Reyes, Alejandro (2016). “El estratega de la negociación”. El EspectadorSep 10

Reyes, Gerardo (2007). Nuestro hombre en la DEA. Bogotá: Planeta

Rubio, Mauricio (2013). "Colombia: Coexistence, Legal Confrontation, and War with Illegal Armed Groups" en Casas-Zamora, Kevin (2013). Dangerous Liaisons. Organized Crime and Political Finance in Latin America and Beyond. Washington DC: Brookings Institution Press. pp   76-106

______________ (2014). "El Gallino y los gringos ante los rehenes" El Espectador, Sep 17

_____________ (2014) “La guerra del secuestro”. El EspectadorDic 3


______________ (2015) “Guerra a los narcos y diálogo con los rebeldes”. El Espectador, Abr 29

Saffon, María Paula (2016). “Creámosle a De la Calle”. El EspectadorSep 2

_______________(2016). "El acuerdo de paz: una gran oportunidad de transformación". El EspectadorSep 10

martes, 6 de septiembre de 2016

Rumiando el Sí

Publicado en El Espectador, Septiembre 8 de 2016
Columna después de los memes



No me detendré en la campaña de la oposición, que no apoyo: lo que han faltado son dudas, y autocrítica. Aún sin acusaciones de belicosidad, el proselitismo del Sí sigue siendo simplista. Dejusticia concluyó que cambiando la ortografía a PlebiSíto, se podrían ganar votos. Esta ingenuidad resume una falencia común: suponer que quienes no comparten un punto de vista son ignorantes o despistados que comprenderán una verdad irrebatible cuando se la mastiquen y adornen con giros o diseños chuscos. Pensar que sólo la oposición está desinformada es no ver la viga en el ojo propio; una decisión trascendental no puede ser tan simple y sin dilemas. Para algunos, estos acuerdos a puerta cerrada son el summum de la política. Daniel García Peña anota sin reticencias que “mejor imposible” y Juan Gabriel Vásquez afirma  que nunca “había sentido un logro tan colectivo”. 


Un avance definitivo fue entender que la intransigencia no es exclusividad furibista. Juan Esteban Constaín señala los “delirios” que impiden dialogar. Claudia Morales también ve fanatismo a ambos lados, pero entiende que algunas personas votarán No. Sin atacar oponentes, Rodrigo Uprimny ha tratado de explicar los alcances de la justicia transicional. Héctor Abad anota que aprecia y respeta familiares opuestos a los acuerdos y a lo que él está dispuesto a aceptar: “una alta dosis de impunidad a cambio de verdad”; nadie más abordó la incómoda comparación con el veto a cualquier negociación con ETA en España. Hernando Gómez Buendía desmenuzó los acuerdos para “una paz bienvenida y amarga”. Estos esfuerzos razonables a favor del Sí casi los borra de un plumazo el presidente con la entrevista concedida a un medio internacional: sus compañeros de élite –“yo pertenezco a ella, soy miembro de los clubes más exclusivos de la capital”- se dejan desinformar; el odio y la envidia son las motivaciones de sus rivales y él reza todos los días contra eso. Con semejante liderazgo para unas reformas contra la desigualdad, sobra la oposición. 


La campaña a favor de los acuerdos debió quedar en cabeza de su principal artífice, en solitario. De la Calle acepta imperfecciones, hace pedagogía, pero admite que “los colombianos saben lo que van a votar”. No endosa el “obvio, por supuesto, sin dudarlo” totalmente absurdo ante una situación compleja y con riesgos. Los incondicionales del Sí han ignorado olímpicamente la incertidumbre que rodea esa decisión. José Fernando Isaza recurre a la analogía de una apuesta, pero pretende que “votar que no se acepta el acuerdo equivale a que se reinicie la guerra del Estado contra las FARC”. Todo un científico, le asigna a ese temible evento altísima probabilidad, así las FARC aseguren lo contrario. María Isabel Rueda, abogada, reconoce mejor los imponderables: “voy a votar Sí, aunque el futuro sea tan impredecible como los terremotos”. 


El gobierno evadió la discusión del plan B tal vez porque el No, aunque arriesgado, es una jugada astuta, de tahúr de póquer, ante los bajos chances de que las FARC reanuden sus ataques. Daniel Mera Villamizar argumenta que al gobierno le convendría perder el plebiscito. Esa hoja de ruta podría ser solo ligeramente más incierta que suponer -con el área cultivada de coca y el ELN expandiéndose- que las FARC dejarán las armas,  perderán las elecciones y se irán tranquilamente para sus casas.


La involuntaria pero magistral secuencia de zanahoria en pequeñas dosis durante cincuenta largos meses tras dos cuatrenios de implacable garrote trajo un resultado que nadie imaginó: curtidos combatientes ablandados, casi civilizados, afirmando que no reiniciarán la guerra aunque se rechacen los acuerdos, declarando cese de hostilidades indefinido antes del plebiscito y justificando abusos por “razones jurídicas”. No solo la rotunda transformación del escenario internacional va las nuevas hostilidades: basta ver las entrevistas a Timochenko para percibir una metamorfosis radical. En lugar de capitalizar este extraordinario logro, el gobierno y su coro prefirieron remedar a la oposición metiendo miedo, sugiriendo que el agobiante proceso no tuvo ninguna repercusión sobre la guerrilla, ni los militares; todo bajo la retórica del diálogo como rito democrático fundamental. Lo pedagógico, honesto, coherente y eficaz hubiera sido pregonar que sentarse a negociar sí da frutos, reconcilia, hasta calla fusiles y desarma espíritus de guerreros arcaicos, como los comandantes sesentones de las FARC. Precisamente para celebrar y destacar el efecto pacificador del intercambio respetuoso de opiniones, el proceso merece un espaldarazo ex post. 


Abad Faciolince, Héctor  (2016). “Ya no me siento víctima”. BabeliaEl País, Ago 27

Constaín, Juan Esteban (2016). "Diagnóstico imposible" El Tiempo, Ago 24

García-Peña, Daniel (2016). “Mejor imposible”. El EspectadorAgo 29

Gómez Buendía, Hernando (2016). “Una paz bienvenida y amarga”, El Espectador, Sep 2

Isaza, José Fernando (2016). “La apuesta”. El Espectador, Ago 31


Lafuente, Javier (2016) “Una justicia perfecta no permite la paz” Entrevista a Juan Manuel Santos, El País, Sep 4

Medina, Medófilo (2016). “Entre el sí y el no: una visión de las dos campañas”. Razón PúblicaSep 5

Mera Villamizar , Daniel (2016). “Renegociar con las Farc le convendría al gobierno”. El Espectador, Ago 19

Morales, Claudia (2016). “Sí, a pesar de todo”. El Espectador , Sep 1

Restrepo, Álvaro (2016) “El No y la vergüenza planetaria: el plebiSÍto”. El EspectadorSep 5

Rueda, María Isabel (2016). “Por qué votaré Sí”. El TiempoSep 4



Uprimny ,Rodrigo (2016). “Cárcel, justicia y paz”. El Espectador , Sep 3


Wallace, Arturo y Natalio Cosoy (2016). “Nunca en mis 43 años de vida me había sentido tan orgulloso de Colombia como en este momento" Entrevista a Juan Gabriel Vásquez, BBC Mundo, Sep 2

WRadio (2016) “Los colombianos saben lo que van a votar: De la Calle”. wradio.com.co, Sep 5