miércoles, 31 de agosto de 2016

La liquidación de las FARC

Publicado en El Espectador, Septiembre 1 de 2016
Columna después de los memes





Nuestro conflicto no fue guerra civil, pero tampoco una sucesión de crímenes y ataques terroristas individuales. Se trató de enfrentamientos entre grupos armados de muchos pelambres. La impronta de poderosas mafias y organizaciones en la violencia colombiana desafía las dos doctrinas enfrentadas: la obsesionada por penas de cárcel, individualista, y la que exige cambios sociales, políticos y culturales para desactivar la guerra.


Un enigma de las maras centroamericanas es la uniformidad de sus jóvenes miembros –por ejemplo los tatuajes- cuya lógica sería mantener cohesionada la pandilla en contra de los intereses particulares, incluso de la supervivencia. La noción de organizaciones voraces del sociólogo Lewis Coser permite entender esa dinámica. Cuando una agrupación fagocita a sus integrantes, anulando voluntades y capacidad de decisión, pierden sentido las conductas personales. En grupos militares, órdenes religiosas, sectas o ciertos clanes familiares la conformidad es absoluta, los comportamientos son colectivos, y la responsabilidad no recae sobre los individuos, como supone el sistema penal. Las FARC son voraces, y eso matiza la impunidad: en últimas, se le puede reprochar a cualquier combatiente su ingreso a la guerrilla, pero no haber participado en secuestros, combates o tomas de poblaciones, acciones ordenadas por la organización, bajo amenaza de muerte. Estudiosos de ETA anotan que ni siquiera los miembros del comando superior escapaban a ciertas normas impuestas por la banda, cuya “voluntad” no dependía de ellos.  


Con reclutamiento forzado o engañoso, y a temprana edad, como en las FARC, el compromiso unánime con el colectivo es más nítido, y la iniciativa personal inexistente. El escándalo por los menores en poder de la guerrilla –con la alucinante justificación de que no los sueltan por “problemas jurídicos”- enfatiza el control grupal.


Una organización que trasciende a sus integrantes debe ser desarticulada interna y formalmente por sus líderes. Ahí radica la importancia del acuerdo con las FARC que, por resolución colegiada, aceptan liquidar la organización. Esa oportunidad nunca se había presentado, es imprudente dejarla pasar, y por eso conviene votar SI. Es la pepa dura, real y concreta del acuerdo; lo demás son intangibles, sueños o pesadillas, que dependen de la ideología de cada quien. Hubiera preferido hacer esta recomendación con entusiasmo y júbilo inmortal, no con el lánguido argumento del mal menor, muy en boga. Con Coser, un debate bien precario, escasa información y sin bola de cristal, prefiero endosar la paciencia del equipo negociador que la terquedad de la oposición.


No todo es digno de aplauso. Si Colombia rural quedó devastada por la guerra, la institucionalidad salió aporreada con la paz a cualquier precio. Sin que hiciera falta, se acomodó la historia, se silenciaron costos, se irrespetaron plazos y se incumplieron compromisos. La frontera de lo que legalmente puede hacer el ejecutivo se volvió maleable: por sacar adelante el proceso se rozó la corrupción. La sindéresis y el sentido común se resintieron: nos trataron como a menores de edad. El debate político, necesario para supervisar y pedirle cuentas al gobierno, se volvió una trifulca de egos. No hace falta castrochavismo para anotar que la democracia sale debilitada. El régimen, presidencialista y palaciego, refinó su capacidad para manipular la opinión pública, los medios, el legislativo y la justicia, que queda averiada cuando más se requiere. Los abusos de poder se maquillaron con propaganda, bochornosas disertaciones de expertos y hasta estrellas de universidades extranjeras, burdo argumento de autoridad. La hegemonía y el unísono fueron secundados por una élite académica, intelectual y mediática que, desde la campaña de reelección de un mandatario oligarca e impopular, renunció a indagar, analizar, evaluar y criticar el proceso, estigmatizando el disenso. Primó el nefasto principio de que un buen fin justifica medios dudosos, hasta ilegales.


A los maltratados ciudadanos nos piden ahora “la decisión de voto más importante que cada uno tendrá que tomar en toda su vida” (sic) refrendando a las carreras y en bloque, con pregunta amañada, un texto que apenas conocemos, bajo la amenaza, más oficial que subversiva, de que si no lo aprobamos volverá la guerra: una democracia de veras participativa. 


De todas maneras, mejor no correr riesgos y votar SI. El daño legal e institucional ya está hecho y la incertidumbre del NO empantanaría aún más las perspectivas de esa patria soñada que el voluntarismo santanderista insiste en anunciar porque una guerrilla voraz y sanguinaria deja de existir. Implementar las reformas dependerá en gran medida del próximo gobierno. Una mujer en la presidencia ayudaría, siempre que busque sin tregua el tesoro escondido de las FARC y se le mida a desmantelar esas pandillas políticas, vanidosas, pendencieras, corruptas y algo voraces: les faltan los tatuajes.


Caracol (2016). "Es la decisión de voto más importante que cada uno tendrá que tomar en toda su vida". Caracol.com.coJulio 19

Coser, Lewis (1974). Greedy Institutions: Patterns of Undivided Commitment. New York: The Free Press

Duncan, Gustavo (2016). "2018". El Tiempo, Agosto 24

Nussbaum, Martha C. (2016). "Una carta para el pueblo colombiano". El Colombiano, Agosto 28


Pinker, Steven & Juan Manuel Santos (2016). “Colombia’s Milestone in World Peace”. The New York Times, Aug 28

viernes, 12 de agosto de 2016

Embarazos fusión

Publicado en El Espectador, Septiembre 29 de 2016










Agacinsky, Sylviane (2009). Corps en Miettes. Paris: Flammarion

Day, Sophie (2007). On the Game. Women and Sex Work. London: Pluto Press


Teman, Elly ( 2010) Birthing a Mother: The Surrogate Body and the Pregnant Self. Berkeley: University of California Press citado por Twine (2011)

Twine, France Winddance (2011). Outsourcing the Womb. Race, Class, and Gestational Surrogay in a Global Market. New York: Routledge

jueves, 11 de agosto de 2016

Familias extensas y solidarias

Publicado en El Espectador, Agosto 25 de 2016
Columna después de las gráficas





La burocracia internacional define corrupción como “el abuso de los cargos públicos en beneficio privado”. Tal simplificación está plagada de dificultades.

Hace más de una década, el Banco Mundial renunció a una conceptualización del fenómeno que sirviera en distintos contextos. Años antes, para construír el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), Transparencia Internacional (TI) también delimitó el significado de corrupción para universalizarlo. La definición, con la impronta de economistas, asimila el fenómeno a una conducta de individuos torcidos, “manzanas podridas” del sector público o privado. La explicación se reduce a un problema de codicia individual. Sin embargo, la corrupción puede ser institucional o sistémica y, para el grueso de las prácticas, es imposible aislar a las personas deshonestas, que actúan en organizaciones o redes. Igualmente  problemático es que los límites entre lo privado y lo público no siempre son diáfanos.

El ranking del IPC lo lideran casi siempre los países escandinavos, con altísima transparencia. Hace unos años, un antropólogo hindú, replicando lo que hacen sus colegas de países desarrollados cuando estudian otras sociedades, quiso conocer los hábitos, costumbres y comportamientos de los daneses mediante obervación directa. Para eso, se instaló por varios meses en Hvilsager, un pueblo de Dinamarca. En el informe reportó que los aldeanos “casi no se conocían. Prácticamente nunca se visitaban y tenían muy poco contacto social. Contaban con poca información sobre lo que hacían otros habitantes del pueblo, incluyendo sus vecinos, y mostraban poco interés por saberlo. Incluso las relaciones entre padres e hijos eran distantes. En cuanto se hacían adultos se iban de la casa y, después de eso, visitaban el hogar de manera ocasional. Sólo llamaban por teléfono”. El peculiar etnógrafo hacía una comparación con el típico pueblo de tamaño similar en la India: allí todo el mundo se interesa por los demás, los contactos familiares son numerosos y frecuentes, y hasta parientes lejanos se apoyan mutuamente; relaciones de vecindario o trabajo también son cercanas y afectuosas.

Es fácil imaginar las interacciones de los ciudadanos con el gobierno en estos dos pueblos tan disímiles. En el primero, con un tipo de familia peculiar, nuclear, y una tradición opuesta al nepotismo y al amiguismo, parece normal imaginar al burócrata weberiano racional y libre de presiones, o preferencias personales. En el segundo, la idea de que no existen vínculos cercanos, favoritismo, compadrazgo o espíritu de clan es inconcebible, y lo que se espera de un funcionario público, como de cualquier persona, es que esté siempre dispuesto dar una mano a quien la requiere, incluso flexibilizando procedimientos o normas administrativas. Mientras en algunas sociedades es válido suponer que los intercambios de mercado o con la administración pública se hacen entre personas que no dan ni esperan un tratamiento especial, también existen lugares en los que ayudar a familiares, amigos o miembros de la comunidad puede ser una obligación moral.

Una queja común de los colombianos en países más desarrollados coincide con la observación del antropólogo: la frialdad y desapego de las personas, que se  tratan como forasteros. Extranjeros que nos visitan, por el contrario, quedan cautivados con la calidez de la gente que  parece conocerlos de toda la vida. En 1954, en sus Crónicas del Chocó, García Márquez escribía que “es difícil llegar a Quibdó. Pero es más difícil salir... Si se penetra un poco más a fondo, se comprende que la gente del Chocó quiere a su tierra y está aferrada a ella en esa forma radical y definitiva, porque están acostumbrados a saber que son una sola familia… Desmembrar al departamento sería, literalmente, dispersar una antigua y extensa casa de 100.000 parientes”.

Puede ser  problemático utilizar en cualquier lugar del mundo la misma definición de corrupción. En vez de  pasar por el mismo cedazo a todo el planeta, es fundamental la visión local: conocer  personas,  familias y  comunidades de cerca, con sus peculiaridades, no como entes idealizados y universales sacados de un texto de microeconomía gringo, o del código civil. La simple solidaridad entre gente cercana que se ayuda y respalda no siempre debe considerarse inapropiada o ilegal, puede ser supervivencia. Es un desatino exigirle la misma solidaridad fiscal a contribuyentes de Estados que ofrecen bienes públicos y a quienes soportan una cleptocracia que hace necesarias las palancas de familiares y amigos, o el clientelismo. Las formas locales de hacer negocios también toca identificarlas con precisión, para entender el origen de las redes políticas, burocráticas, empresariales y familiares que defraudan masiva y  criminalmente al fisco. 

REFERENCIAS

Dupree, Nancy (2004). “The Family During Crisis in Afghanistan”. Journal of Comparative Family Studies, Vol. 35, No. 2

García Márquez, Gabriel (1954). “Una familia unida, sin vías de comunicación". El Espectador, Sep de 1954. Tomado de Acua, Activos Culturales Afro

Haller Dieter & Chris Shore (2005). Corruption. Anthropological Perspectives. London: Pluto Press

Tanzi, Vito (1995). “Corruption” en Gianluca Fiorentini & Sam Peltzman (1995). The Economics of Organised Crime. Cambridge University Press pp. 161-180


TI (1997) “An Index of Perceptions of Corruption Around the World”. Press Release

miércoles, 10 de agosto de 2016

Machismo y corrupción

Publicado en El Espectador, Agosto 18 de 2016











Barbosa, Francisco (2015). “¿En favor de la democracia?”. El Tiempo, Feb 16




Nossa Nidia Yaneth (2000). “Beto , un Macho para la Política”. El Tiempo, Oct 9

K&K (2011). “El fundador del Movimiento Machista”. KienyKeAgosto 16

Los Informantes (2016). “Conozca a Edilberto Barreto, el hombre detrás del Movimiento Machista Nacional”. El Espectador, Jul 25


Posada, Margarita (2016). "Seducir a una mujer es como preparar un caballo". Vice, Marzo 7

viernes, 5 de agosto de 2016

Machista en bruto

Publicado en El Espectador, Agosto 11 de 2016







CLAM (2012). “Masculinidades y violencia”. Entrevista a Maira Riveros, Sep 12

EE (2012) “Movimiento Machista Colombiano, a responder penalmente”. El Espectador, Ago 17

EE (2016). "Demandas por alimentos aumentan en el país": El Espectador, Agosto 7

K&K (2011). “El fundador del Movimiento Machista”. KienyKe, Agosto 16

Los Informantes (2016). “Conozca a Edilberto Barreto, el hombre detrás del Movimiento Machista Nacional”. El Espectador, Jul 25


Posada, Margarita (2016). "Seducir a una mujer es como preparar un caballo". Vice, Marzo 7

lunes, 1 de agosto de 2016

Otra mujer no feminista

Publicado en El Espectador, Agosto 4 de 2016





Un refrito que ayuda a entender por qué Virginia Mayer 
no quiere hacer parte de ese Club. 

Chaparro González, Nina (2016) “We Don't Understand Feminism” DejusticiaFeb 10

Escobar, Melba (2016). “¿Cómo me hice feminista?”, El EspectadorMar 7

Mayer, Virginia (2016). “Yo no soy feminista'. Carrusel, Julio 29

Rao, Lena (2016). “Yahoo CEO Marissa Mayer Accuses Media of Gender-Biased Reporting”. Fortune, Jul 25

Red Líder (2016). “Ningún hombre puede ser feminista, pero sí solidario” – Entrevista con Florence Thomas. La Silla VacíaJulio 1


Rubio, Mauricio (2013). “Sexualidades cambiantes”. El EspectadorEnero 9

______________(2016). “Desmenuzar al enemigo”. El Espectador, Marzo 9

Rubin, Gayle (1975): "The Traffic in Women: Notes on the Political Economy of Sex" in Reitter, Rayna (1975). Toward an Anthropology of Women. New York: Monthly Review Press. Versión digital   Traducción de 1986

Ruiz-Navarro, Catalina (2016). “¿Pueden los hombres ser feministas?”.  El Espectador,  Julio 6

Sentiido (2016) “Hombres ¿feministas?”. SentiidoJulio 25

Urias, Vienna (2015) “The 10 Best Feminist Quotes of 2015”. Ms MagazineDec 18


Vela Barba, Estefanía (2016). "Machos progres y hombres feministas". El UniversalJulio 8