miércoles, 3 de septiembre de 2014

La cabalmente asentada intolerancia de izquierda

Publicado en El Espectador, Septiembre 4 de 2014

Cada vez me intrigan más las diferencias izquierda-derecha pues han aumentado las señales contradictorias. 


Mi despiste se alborotó con un ordenamiento de los miembros de la Comisión Histórica según su ideología hecho por La Silla Vacía. La clasificación fue confusa y su autor debió recibir quejas pues la cambió varias veces. Está bien visto definirse de izquierda, pero declararse de derecha es aventurado. 


Hace unos años la cantante española Lourdes Hernández -Russian Red- cándidamente se identificó en público con la derecha. Las alarmas se dispararon y los medios progres consideraron indispensable entrevistar ese bicho tan raro. “Lo que falta es libertad de expresión”, señaló Lourdes. “Cualquiera que se declare de derechas ha de ser un cretino o un cabrón” sentenció el cantante Nacho Vegas, no por simple intolerancia sino también dando una sabia recomendación de imagen: jamás lo confiese. Incluso expresar dudas sobre la relevancia de la dicotomía ya es un hara-kiri. Cuando en 1930 le preguntaron al filósofo Alain si la división izquierda-derecha todavía tenía sentido, respondió: “quien hace esa pregunta no es un hombre de izquierda”. O sea que la clasificación es una preocupación progresista. 


Antes de su descache contra Gabo, Maria Fernanda Cabal habló con Edgar Artunduaga, quien varias veces le puso la cascarita: “¿usted es más goda que Uribe?”. Ella la evitó pero en una entrevista posterior afirmó que no era de derecha. Además contó que su partido considera un error mencionar el término. Fuera de estigmatizar, el rótulo tiene otra función. El “derechista” conlleva una larga lista de calificativos indeseables que ayuda a la gente pensante a evadir alegatos espinosos usando lo etiqueta o alguno de esos epítetos contra el interlocutor. El lío es que varias características de la derecha ya caducaron, o dieron tal volantín que ahora le cuadran también a la izquierda, aún democrática. Un ejemplo notorio es la intolerancia. 


Las entrevistas a Maria Fernanda Cabal muestran una persona más tolerante, irreverente y descomplicada que sus hipersensibles detractores. Gratuitamente, uno de ellos la acusa de fanática religiosa para luego alegar, con retórica casi laureanista, que “un trino tiene tanto poder como una bala disparada por un fusil. Una vez salida del cañón, resulta imposible detener con una hoja de papel, y el daño que produce al final es irreparable”. Convertir una ofensa pueril en semejante atropello hace ver normal la reacción arbitraria y represiva de la fiscalía. Mientras tanto, la aplanadora de opinión tapa el meollo del asunto: que las víctimas fueron escogidas a dedo para evitar desplantes en La Habana. Frente a ese señalamiento que justificaba chorros de inquietudes, cuestionamientos y aclaraciones, la polémica la acaparó un trino de mal gusto. Quien sabe con qué pirueta se pasteurizará la última manifestación del poder de veto sobre las víctimas “desde las montañas de Colombia”. 


El lema parece ser “sobre las negociaciones, ni pío”, salvo para apoyarlas incondicionalmente. La situación recuerda el eslogan TINA (There Is No Alternative) atribuído a Margaret Thatcher para evitar discusiones sobre sus reformas. Que el misterio venga del ejecutivo políticamente responsable de unas negociaciones que inició de esa manera, vaya y venga. Pero que lo secunde un armonioso, intransigente y melodramático coro intelectual es otra cosa. Si los trinos ya son como balas, la misma izquierda que le pide a las víctimas del conflicto perdón y reconciliación eleva las chuzadas al rango de crimen abominable y desestabilizador, ese sí merecedor de toda la severidad de la justicia. Hubo épocas en que la opacidad, falta de debate, unanimidad, servilismo ante el poder e indiferencia selectiva con la represión fueron patrimonio de la derecha. Ahora el progresismo ahoga las discusiones y declara irresponsable, saboteador o simplemente de derecha a quien critique algo sobre la paz, o diga verdades sin maquillarlas. Gustavo Duncan suelta perogrulladas como que Uribe arrinconó militarmente a la guerrilla y terminó clasificado bastante a derecha de la Comisión, sólo detrás de Vicente Torrijos, profesor castrense que echa “dardos tan duros como que las Farc son chantajistas” y del mismísimo Eduardo Pizarro, farcólogo serio como pocos, quien en el 2011 osó escribir que ese grupo se había convertido en una máquina de guerra. 


Ojalá viniera al país la cantante Russian Red para un doblete de concierto “pop & cool” con una charla sobre lo que ella denomina “totalitarización de la opinión pública”. A la cada vez más intolerante izquierda colombiana le caerían bien unas dosis de frescura y apertura mental.








REFERENCIAS


Artunduaga, Édgar (2014) “La historia de Colombia está mal escrita: María Fernanda Cabal”. KienykeEnero 17

Baracaldo Orjuela, David (2014). “Tengo mucho humor, y la gente no tiene humor en este país”. KienykeAgosto 20

Fuente, U. y  Aguado J. (2011). “Pop «cool» y de derechas”. La Razón, Junio 11

Lenore, Víctor (2011). “Tocar con la derecha”. El PaísJunio 17

Lewin, Juan Esteban (2014). “De izquierda a derecha, los miembros de la comisión histórica de La Habana”. La Silla Vacía, Agosto 22

Malavia, Miguel Ángel (2011). “¿Y qué pasa si Russian Red es de derechas?”, Periodista Digital, Junio 17

Robles Zabala, Joaquín (2014). “María Fernanda Cabal Molina”, Semana.com, Agosto 24