miércoles, 5 de febrero de 2014

Mujeres arriesgadas

Publicado en El Espectador, Febrero 6 de 2014

Steven Pinker y Elizabeth Spelke ofrecieron una excelente síntesis del debate sobre la importancia relativa de la naturaleza y la crianza en las diferencias de género.


Como una de las pocas discrepancias innatas entre hombres y mujeres, Pinker mencionó la actitud hacia el riesgo: ellos son naturalmente más arriesgados que ellas. Las agresiones y el crimen, asuntos histórica y universalmente varoniles, serían una secuela de esta brecha básica. Spelke no comentó la observación pues se concentró en rebatir, de manera convincente, la idea de diferentes predisposiciones naturales en las habilidades matemáticas e intelectuales.


La neuróloga Lise Elliot se ha dedicado a desmontar todos los mitos sobre las asimetrías naturales entre los sexos. Concluye que el cerebro es en extremo maleable, y pequeñísimas diferencias al nacer se amplifican por la educación y la cultura hasta consolidar los estereotipos de género. Incluso una mujer tan empeñada en superar prejuicios considera que la disparidad en la actitud hacia el riesgo y la competitividad podría ser innata. “Si los hombres deben competir más intensamente para encontrar pareja, la evolución pudo haber dotado sus cerebros para asumir mayores riesgos".


Sara Blaffer Hrdy, antropóloga evolucionista, ofrece una explicación basada en su especialidad, la maternidad. Para ella la clave está en la supervivencia de los hijos, mucho más amenazada cuando la madre toma riesgos. Del padre, en últimas, se podría prescindir para la crianza pero una mujer no puede darse el lujo de amamantar a su bebé herida o discapacitada. De ahí surgiría según ella la mayor cautela observada  en las mujeres de cualquier cultura y época.


Las guerrilleras colombianas le interesarían a Hrdy pues muestran una relación positiva inesperada entre embarazo y toma de riesgos. Las escasas cifras y los testimonios sobre aborto forzado -la manifestación más característica y tal vez más generalizada de violencia sexual en el conflicto colombiano- muestran que la maternidad no impide que estas mujeres afronten grandes riesgos: como quedar embarazadas en una organización que lo prohíbe, el aborto obligado, los castigos si se oponen, o la decisión de desertar.


Un caso impactante es el de Edilma, desmovilizada del ELN.  “El que no arriesga un huevo no tiene un pollo. Entonces yo dije no, mi estrategia es quedar embarazada. Era una solución. Yo decía si quedo embarazada me van a hacer abortar y me sacarán al médico. Y yo decía: me sacan a la sabana y me les escapo no sé para donde. Resulta que lo intenté cinco mil veces y nunca quedaba embarazada". Después lo logró, no la sacaron a abortar pero terminó escapándose, “no como había planeado, sino con una barriga de ocho meses y medio … Ese día alcancé a llegar hasta la mitad del minado y cuando estuve ahí como en la mitad sentí que me dijeron ¡alto ahí!. Y al piso.  Entonces   lo que hice fue con semejante barrigota caerme ahí en el puro camino”.


Imposible saber si mujeres como Edilma eran intrépidas desde que ingresaron a la guerrilla o si el entrenamiento las curtió para superar temores. Tal vez convergen ambos factores y el segundo reforzó el primero. Lo cierto es que en el posconflicto habrá un grupo de mujeres ex combatientes atípicamente seguras, temerarias y capacitadas para competir.


La misma Elliot plantea que el diferencial no explicado de salarios, el famoso techo de cristal, es más una urna protectora contra los riesgos de la que se resisten a salir algunas mujeres. Y que contra esa brecha instintiva se requiere entrenamiento  específico. En contravía de la visión del victimismo femenino -cultivada con tanto esmero en círculos académicos- las guerrilleras cuentan con el adiestramiento básico recomendado por Elliot: cooperar, asumir riesgos y competir. Con un complemento educativo y de formación específica se podría esperar que salgan al mercado laboral con ciertas habilidades poco usuales entre las mujeres.

REFERENCIAS


Debate Pinker & Spelke

Eliot, Lise (2009).  Pink Brain, Blue Brain: How Small Differences Grow into Troublesome Gaps. Houghton Mifflin Harcourt
 
Hrdy, Sarah Blaffer (2011). Mothers and Others: The Evolutionary Origins of Mutual Understanding. Belknap Press

Testimonio Edilma