martes, 24 de diciembre de 2013

Baños públicos no discriminatorios

Publicado en El Espectador, Diciembre 26 de 2013



REFERENCIAS

CHATpdx (2011). "Why Gender Neutral Bathrooms Should Matter To You", Julio 13 de 2011

Infonews (2012). “En La Plata, la Universidad tendrá baños mixtos”, Junio 6 de 2012

The Canadian Press (2011). “University students push for gender-neutral washrooms”, Octubre 16 de 2011


Encontrar un "baño para todos" en los EEUU: Safe to Pee

Sobre la colas en los baños públicos femeninos


Meisel, Adolfo (2012) “Espacio y género”. El Espectador, Marzo 2 de 2012




Fotos

Archivo personal y
http://chatmosphere.files.wordpress.com/2011/07/gender-neutral-bathroom.jpg

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La poligamia y las feministas

Publicado en El Espectador, Diciembre 19 de 2013



REFERENCIAS


Cessou, Sabine (2011) “Afrique du Sud: la polygamie de nouveau tendance?”. Slate Afrique, 26/08/2011

Khady, Ndèye (2011). "La polygamie redevient «in» en Afrique". Slate Afrique, 15/12/2011

Stacey, Judith (2011). Unhitched. Love, marriage, and family values from West Hollywood to Western Chine. NY: New York University Press




Fotos tomadas de Cessou (2011) y de The Telegraph 

martes, 10 de diciembre de 2013

Matrimonio para todos en Sudáfrica

Publicado en El Espectador, Diciembre 12 de 2013


REFERENCIAS


Chen, Vivienne (2012). "Poly-Baiting: Why We Need a More Inclusive LGBT Movement". Huffpost Gay Voices, 03/20/2012

Serrano, José Fernando y Mauricio Albarracín (2013). “El legado de Mandela: la paz necesita igualdad”. La Silla Vacía, Diciembre 5 

Stacey, Judith (2011). Unhitched. Love, marriage, and family values from West Hollywood to Western China. NY: New York University Press


Legalización de la unión de personas del mismo sexo


Minister of Home Affairs v Fourie


Definición de poliamor




martes, 3 de diciembre de 2013

El M-19 acomodó su historia y convenció

Publicado en El Espectador, Diciembre 5 de 2013


Alguna vez le pregunté a un amigo casado y mujeriego de dónde sacaba disculpas para cada desliz. Su respuesta fue escueta: “cuento todo”.


Anotó que él narra los hechos. Para los detalles de un incidente, que con sólo reconocerlo queda blanqueado, “cualquier carajada sirve”. Esa misma ha sido la estrategia del M-19 para narrar su historia. Contaron sin agüero las audacias y, ya blindados, les agregaron carajaditas sobre el por qué. Hasta para las estadías en las fincas de narcos elaboraron una interpretación bien pasteurizada. “Los mágicos nos ayudaban y nos cuidaban pero jamás pedían un favor a cambio... Nos prestaban sus casas y fincas”. Jugando a varias bandas o tratando de llevarse a las altas cortes como rehenes no iban “con las armas al poder” sino que se sacrificaban por la reconciliación. Como para Ripley, pero convencieron. 


Incluso un escrutiñador riguroso endosa la idea del violento menos malo del conflicto. El Grupo de Memoria Histórica (GMH) evoca la romántica figura que secuestró sin causar mucho daño: “el M-19 pretendía ganar simpatía entre la gente por la audacia y la espectacularidad de sus acciones, que no eran necesariamente letales”. Las víctimas eran “personas de sectores sociales poderosos que parecían hasta entonces invulnerables a los efectos del conflicto armado, lo que le dio un tinte justiciero a los hechos”. 


Para no empañar esa imagen, el GMH no menciona que fue la primera guerrilla narcotraficante y aliada con grandes capos. También pasa por alto el contacto permanente con Manuel Piñeiro “Barbarroja”, responsable cubano de los movimientos revolucionarios en América Latina, borrando la interferencia del régimen castrista en el conflicto. El GMH ni siquiera hace alusión a las relaciones con paramilitares, que se remontan a un encuentro de cuatro enviados del M-19 con Henry Pérez, Ariel Otero y Gonzalo Rodríguez Gacha entre otros. “Pensaban que éramos muy eficientes en ciertas operaciones armadas, que manejábamos técnicas y tácticas muy novedosas… Estaban muy interesados en operaciones de infiltración con pequeños comandos”. Establecido el contacto, “Pizarro me recomienda atender las relaciones con las autodefensas. Cree que hay que persistir y profundizar esa relación. Me recomienda discreción y prudencia”. Así lo hicieron, por años. 


Reconocidos los hechos, bastaba amañar la justificación. Con tan selectos aliados “el reto era construir otra visión, una mirada diferente, un nuevo escenario para nosotros y para las generaciones por venir”. Al GMH, que para otro detalle de la guerra sucia sí cita el libro con estos testimonios, le debió dar bochorno semejante pirueta mental y prefirió callar la alianza, pese a sus implicaciones. También silenció el acuerdo con Pablo Escobar para el episodio trascendental del conflicto. 


Las referencias al Palacio de Justicia en “Basta Ya” son tan someras como dicientes. Se considera una acción representativa “por su carácter audaz y espectacular”, se anota que la “doble toma” al Palacio fue un profundo golpe para la justicia, se habla del proceso a Plazas Vega y, casi como un mal chiste, se incluye una foto del ataque suministrada por la Fundación Carlos Pizarro. 


La verdad y la justicia jamás surgirán de una memoria parcializada y con semejantes lagunas. Tocará esperar un dramatizado del grupo que complemente la historia escrita a medias por ellos o sus allegados y refrendada oficialmente. Un buen libretista tal vez se le mida a atar cabos sueltos para que esa aventura armada por la paz sea verosímil y que realmente contribuya al “nunca más”.


La tarea de contrastar con otras fuentes los cuentos del Eme, abandonada por los historiadores, tampoco se han molestado en hacerla periodistas aún bajo el embrujo de esos rebeldes papitos misteriosamente aliados con los más villanos. Para despejar dudas y capotear incoherencias cómoda e ingenuamente recurren a los interesados. A Antonio Navarro le hacen entrevistas periódicas y le piden, por si acaso no ha quedado bien claro, que confirme otra vez si sabía o no del asalto al Palacio. Así hace la esposa de mi amigo cuando se angustia con algún chisme: le pide a él que la reconforte.


REFERENCIAS

COPP (2002) Corporación Observatorio para la Paz. Las verdaderas intenciones de los paramilitares. Bogotá: Intermedio

GMH (2013). ¡BASTA YA! Memorias de Guerra y Dignidad. Informe General del Grupo de Memoria Histórica. Bogotá, Imprenta Nacional


Grabe, Vera (2000). Razones de Vida. Bogotá: Planeta

Más sobre:








miércoles, 27 de noviembre de 2013

El interpretador, la izquierda y el juicio al guionista

Publicado en El Espectador, Noviembre 28 de 2013



Las explicaciones que damos sobre nuestras conductas dependen de una mezcla de conciencia, recuerdos, expectativas, situación social y entorno físico.

Para sintetizar la información existiría un sistema cerebral, que Michael Gazzaniga denomina el interpretador, encargado de elaborar una historia coherente de nuestras acciones y hacernos creer que actuamos correctamente. Localizado a la izquierda del cerebro, el interpretador suministra permanentemente explicaciones de los acontecimientos.

De la observación de personas con los hemisferios cerebrales desconectados surgió la idea del interpretador que construye teorías para asimilar lo percibido como un todo integrado y con sentido. Si a un paciente le presentan dibujos de eventos comunes, como bañarse o cocinar, después otra serie de figuras y le preguntan a cada hemisferio cuáles ha visto antes y cuáles no, el izquierdo suele decir que recuerda figuras no vistas previamente simplemente porque encajan en el esquema que ha construido alrededor del evento. El interpretador no tiene inconveniente en acomodar los hechos a la narrativa que va construyendo.

El de Gazzaniga es un mecanismo cerebral, pero se puede proponer una extensión para la sociedad colombiana, en la que también se ha consolidado un interpretador situado a la izquierda.

Un incidente ilustrativo de cómo una selecta minoría pretende monopolizar el relato e interpretación del conflicto fue el juicio a Gustavo Bolívar, guionista de los Tres Caínes, en un espacio televisivo memorable por su aroma soviético. “¿Estamos listos para contar la historia de los Castaño en TV?” fue la trascendental pregunta que se hicieron varios intelectuales. “Yo no veo los canales nacionales, lo confieso de entrada” fue el abrebocas desde el banco acusador. “Yo me senté juicioso el primer día, el segundo día y debo confesar que no resistí el tercer día” anotó otro inquisidor mejor informado sobre el guión. En la misma semana que empezó a ver la serie, la anfitriona del evento optó por “no volverla a sintonizar” y después hizo pública su decisión.

Como este enjuiciamiento tuvo lugar tras sólo cinco capítulos de los setenta y cinco previstos, el libretista invitó a sus inculpadores a un debate después de la serie. Se supo entonces que el lío no era sólo el dramatizado sino la programadora RCN: por no tener sensibilidad social, ni haber mostrado la actitud correcta durante el gobierno Uribe. “El canal ha adolecido de falta de crítica y se ha plegado mucho al poder”.

“Absolutamente no estamos listos para contar esa historia, porque es muy reciente, porque las víctimas de los Castaño están vivas”. Tan categórica sentencia por la misma época de publicación de la Memoria Histórica, centrada en esas víctimas, lleva a preguntarse si la narración del conflicto es prerrogativa de un exclusivo círculo o si el pecado fue atreverse a lanzar un dramatizado con audiencia masiva sin el correspondiente imprimatur.

Las negociaciones en Cuba exigen unísono y el guionista de los Tres Caínes, con “Sin tetas no hay paraíso” en su prontuario, es algo díscolo y podría no decir lo que toca. La inquietud la hizo explícita desde antes del juicio uno de los interrogadores al preguntarse si la serie “entorpecía, ideológicamente, el proceso de paz que avanza en La Habana”. Para no revictimizar, ni estigmatizar, ni sabotear los diálogos se requieren filtros, consensos, eufemismos y la prudente guía de quienes sí conocen los requisitos de una reconciliación y saben cuándo estaremos listos para ver dramatizados de los capos en TV. Aunque aún no está maduro el mecanismo de control que implícita pero intensamente añoraron los acusadores, se puede intuir que no será censura autoritaria sino un dispositivo sensible, tolerante, diverso, progresista y democrático.

Al final de este tribunal de opinión el inculpado, contra las cuerdas, pidió clemencia: “yo he militado en la izquierda toda la vida, me he considerado un tipo de izquierda, ustedes me conocen”. Gustavo Bolívar debió aprender que en Colombia no basta sentirse de izquierda para poder decir algo sobre los paramilitares sin enfrentar la aplanadora de un interpretador ya bien posicionado.

REFERENCIAS

Gazzaniga, Michael (1998). The Mind´s Past. Berkeley: University of California Press.


Columnas sobre la serie


Duzán, Maria Jimena (2013). "No la vuelvo a ver", Semana Marzo 23


Restrepo, Juan Diego (2013). "Las ofensas de 'Tres Caínes'", Semana Marzo 8 


El Juicio a Gustavo Bolívar

Parte 1

Parte 2

Parte 3

Parte 4

martes, 12 de noviembre de 2013

Las violaciones como arma de guerra

Publicado en El Espectador, Noviembre 14 de 2013

En 1937, el ejército japonés arrasó la antigua ciudad china de Nanking. En unas semanas murieron cerca de 300 mil personas, más que en medio siglo de conflicto colombiano.

Testimonios recogidos por la historiadora Iris Chang revelan ataques indiscriminados contra las mujeres. “Sin importar si eran jóvenes o viejas, ninguna pudo evitar ser violada. Mandábamos nuestros camiones para capturar muchas mujeres. Cada una de ellas se asignaba a 15 o 20 soldados para sexo y abuso”. Como la ley militar prohibía las violaciones, los oficiales les pedían a los soldados no dejar testigos. “Páguenles algún dinero o mátenlas cuando hayan acabado”, recomendaba un oficial.

En cien días de 1994 fueron asesinadas en Ruanda unas 800 mil personas, en su mayoría tutsis. Según Amnistía Internacional, Naciones Unidas estimaba en más de 250 mil las violaciones. “Durante la guerra, los milicianos venían buscando hombres para matar y niñas para tener sexo”, recuerda Clementine. Los nacidos del genocidio son conocidos como “hijos de malos recuerdos”, y la mayoría de las mujeres con quienes habló AI en marzo de 2003 en la prisión de Byumba “cumplían largas condenas por aborto o infanticidio”.

En el 2000 Helena Smith, periodista del Guardian, reportaba que según la OMS unas veinte mil mujeres kosovares fueron violadas en los dos años previos a la entrada de la OTAN a los balcanes. La Cruz Roja estimaba que en un sólo mes el número de bebés resultantes de las violaciones se acercaba a cien. Un ginecólogo del Hospital de la Universidad de Pristina anotaba que “todos practicábamos abortos a toda hora”.

Un año antes, Elisabeth Bumiller del New York Times señalaba tras dos semanas de entrevistas en Kosovo y Albania que la violación fue utilizada por las tropas serbias para golpear la esencia de la sociedad musulmana. Dos aldeanas le hablaron de 300 mujeres retenidas en tres casas por varios días. Cada noche se llevaban a cuatro de cada grupo. Al volver ninguna comentaba lo que le habían hecho. Un muro de colegio advertía “vamos a violar a sus mujeres, que darán a luz niños serbios”. La periodista aclaraba que “hasta el momento, no hay pruebas sólidas para Kosovo de las decenas de miles de violaciones sistemáticas que se reportaron en Bosnia”.

En el Auto 092 del 2008, la Corte Constitucional afirma que en el conflicto colombiano “la violencia sexual contra las mujeres es una práctica habitual, extendida, sistemática e invisible”. El Grupo de Memoria Histórica, precisa que una vez “revisado, depurado y actualizado” el anexo reservado de ese Auto pudo identificar, entre 1990 y 2010, 142 casos de violencia sexual. Estos siete ataques por año no fueron necesariamente violaciones. Incluyen “desnudez forzada, prostitución forzada, esclavitud sexual, intento de violación e imposición de un código de conducta”. El GMH menciona 32 casos anuales de violencia sexual identificados en el Registro Único de Víctimas entre 1985 y 2012, sin especificar el tipo de ataque.

Para el GMH la violencia sexual “irrumpió en el debate público global cuando, en conflictos internos como los de la Ex-Yugoslavia o Ruanda los tribunales, la academia y los movimientos de víctimas se vieron confrontados al hecho de que la violación había sido una práctica masiva que correspondía a estrategias y cálculos de actores de guerra”. Como en el país también hay conflicto armado, el escenario se importó tal cual. Los casos recopilados, sentencia el GMH, “confirmaron el uso de la violencia sexual como arma de guerra”.

Para un mismo lapso, por cada mujer violada en la guerra colombiana hubo cerca  de cien mil en Ruanda, treinta mil en Nanking y un millar en Bosnia o Kosovo. En esos conflictos étnicos el número de ataques sexuales ha sido similar al de mujeres asesinadas. En Colombia, por cada violación la confrontación armada ha dejado unas ochenta muertes femeninas. A veces en este país hasta instituciones serias pierden el sentido de las proporciones.


REFERENCIAS


AI (2004). "Rwanda: “Marked for Death”, rape survivors living with HIV/AIDS in Rwanda", Amnesty International, April 5

Bumiller, Elisabeth (1999) “Deny Rape or Be Hated: Kosovo Victims' Choice”  The New York Times, June 22

Chang, Iris (1997). The rape of Nanking. The forgotten holocaust of World War II. New York : Penguin Books

GMH (2013). ¡BASTA YA! Memorias de Guerra y Dignidad. Informe General del Grupo de Memoria Histórica. Bogotá, Imprenta Nacional

GMH (2011). Mujeres y Guerra. Víctimas y Resistentes en el Caribe Colombiano. Bogotá: Taurus - Pensamiento

OXFAM (2010). “Violencia Sexual en Contra de las Mujeres en el Contexto del Conflicto Armado Colombiano”  Colombia 2001-2009. Oxfam International

Smith, Helena  (2000) . “Rape victims' babies pay the price of war”, The Observer, Sunday 16 April




ALGUNOS DATOS

El Registro Único de Víctimas tiene identificados 1754 ataques sexuales. Para 733 de ellos se pudo determinar que ocurrieron entre 1985 y 2012. Para los 821 restantes no se sabe el año del suceso. De todas maneras tomé el dato total. 

De acuerdo con la encuesta Oxfam (2010) el 19% de los ataques sexuales corresponden a violaciones. Se tendrían así un total de 333 violaciones en el marco del conflicto, 12 anuales o 3 trimestrales. 

Para Ruanda los estimativos de ONU van de 250 mil a 500 mil violaciones. Tomé trescientas mil. Para Nanking supuse 100 mil, para Bosnia 40 mil en 33 meses (Marzo / 92 a Dic /95) y para Kosovo los estimativos de OMS de 20 mil en dos años. 

El GMH estima en 220 mil el número total de homicidios en el conflicto, de los cuales de acuerdo a las bases de datos del CINEP reportadas por el GMH, el 12% corresponden a mujeres. 



martes, 5 de noviembre de 2013

El sexo en la memoria históricamente correcta

Publicado en El Espectador, Noviembre 7 de 2013


La foto de Silver, recién abatido jefe de un narcofrente de las FARC, con su compañera Mery es reveladora de una faceta ignorada del conflicto: las parejas en los grupos armados. 


Traficante exitoso, Silver supo enamorarla. “Le manda traer ropa de marca y joyas” contaba un reinsertado.  Hasta le pagó viaje a Medellín para las cirugías de nariz y de senos. Reclutada por él siendo niña, nada se sabe sobre su primer encuentro sexual. La ternura de la foto indica que Mery jamás mencionará una violación. Dirá que no estaba lista, o que su familia la presionó. Podría incluso anotar que él la protegió del abuso en su hogar. 


Este romance es invisible para Basta Ya, el informe del Grupo de Memoria Histórica que adoptó sin matices el guión, importado de conflcitos étnicos, de la violencia sexual como arma de guerra. El GMH aporta testimonios sobre el uso estratégico de las violaciones. Pero también alude, sin comentarlas, a variantes que revelan un panorama más complejo. 


Una maestra no olvida “esa niña de doce años, llevada a empujones, llorando por todo el camino, que subió a pie la Sierra hasta la finca donde su padre negociaba con “El Patrón” su virginidad por 5 millones de pesos”. Otra mujer cuenta cómo, antes de endosársela al jefe paramilitar, una enfermera “me empezó a tocar, a manosear, me dice que me quite la ropa, pero que lo haga despacio, que vamos a ver un show o algo así”. Una joven recuerda que de niña el comandante “dijo que yo tenía que ser su mujer. Un día, volvió acompañado por dos guerrilleras para que ellas  me persuadieran. Ese día él me llevó y me tomó a la fuerza. Me dijo que mi virginidad sólo sería para él. Parecía un diablo”. Una candidata al reinado organizado por un comandante, “estaba feliz… mientras tomaban él decía que ella era su novia. Pero luego se la llevó a un cuarto y quiso abusar de ella”.


En el país los guerreros no sólo raptan y violan. También se encaprichan, se enamoran, seducen, persuaden, engañan o compran a las jóvenes o a sus familias. Y tales situaciones, como Silver conquistando, son aún más difíciles de juzgar o prevenir que la del enemigo depredador. La vida de pareja en el conflicto colombiano requiere un diagnóstico más elaborado y relevante. Poco aportan doctrinas globales como la del combatiente violador, incoherente no sólo con muchos testimonios sino con la práctica del aborto forzado, que Mery tal vez ya sufrió. 


REFERENCIAS

GMH (2013). ¡BASTA YA! Memorias de Guerra y Dignidad. Informe General del Grupo de Memoria Histórica. Bogotá, Imprenta Nacional

Martínez, Santiago (2013) “El narcoinforme de las Farc”, El Espectador, Septiembre 22

Pérez, José Gregorio (2013) “Sílver, un capo de las Farc rezado por una hechicera”. El Tiempo, Junio 6


miércoles, 30 de octubre de 2013

El nuevo síndrome de la Procuraduría

Publicado en El Espectador, Octubre 31 de 2013


REFERENCIAS

Charla mujer-funcionaria transcrita de:
Morris Hollman y Juan José Lozano (2010). Impunity. Documental disponible en You Tube

Copia de la tesis de Alejandro OrdoñezAlbarracín, Mauricio (2013) "El manuscrito de juventud del Procurador". La Silla Vacía, Octubre 10 






miércoles, 23 de octubre de 2013

La creciente amalgama de víctimas

Publicado en El Espectador, Octubre 24 de 2013


Laura Gil renunció a Blu Radio porque al parecer su jefe y un colega no la soportaban. Inmediatamente surgieron acusaciones de sexismo, acoso y misoginia.


La reacción de sumarla al paquete de víctimas de la violencia de género no tardó. Una conocida feminista comparó su situación con la de Pili, joven wayuu que en una película es encerrada durante doce lunas para el ritual de paso de niña a mujer. Menciona amenazas, azotes, bofetadas, lapidaciones, infibulación, escisión del clítoris y feminicido para concluír que “tanto en Laura Gil como en Pili está representada la eterna historia del encierro y silenciamiento de las mujeres”.


Si tal menjurje entre el percance laboral de una comentarista radial y las tradiciones de sometimiento femenino en un grupo indígena se propone sin sonrojo, cuando el suceso se relaciona con el deseo masculino la consigna es simple: sumar lo que se pueda bajo el rubro de violencia sexual.  


Para inflar el número de víctimas, las feministas norteamericanas empezaron magnificando el riesgo de violación. “Cada vez que un hombre se dirige a una mujer en la calle, ella debe contemplar la posibilidad de que la puedan violar" sentencia una de ellas en el Harvard Law Review en 1993. El activsimo funcionó y la amalgama se extendió. En el 2003 la Organización Mundial de la Salud incluyó en su definición de violencia sexual “los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados”. El piropo se convirtió en “acoso sexual callejero” y actualmente un movimiento mundial busca incluírlo en los códigos penales. 


Recientemente, una encuesta sobre violencia sexual en zonas de conflicto contempla como ataque la “regulación de la vida social”, por ejemplo que el comandante paramilitar prohíba usar minifalda. Así, sumando peras con manzanas, se llega a un total de 490 mil víctimas de las cuales 176 mil fueron acosadas sexualmente y a 327 mil les reglamentaron la rutina. El dato aterrador con el porcentaje de mujeres víctimas de violencia sexual (17.6%) –que quintuplica el de las violaciones- queda listo para los titulares de prensa. 


Un informe del Grupo de Memoria Histórica considera violencia sexual la organización de una pelea de boxeo entre gays y califica un reinado de belleza de “violento evento”. 


Mezclar indiscriminadamente mujeres afectadas por incidentes de cualquier gravedad es un irrespeto: se banalizan las víctimas de violación, o aborto forzado. Además, al oscurecer el diagnóstico, el revuelto es contraproducente y dificulta la prevención de los ataques. Es tan pertinente como la renuncia de Laura Gil para entender las costumbres wayuu.




REFERENCIAS


Bowman, Cynthia Grant (1993) "Street Harassment and the Informal Ghettoization of Women". Harvard Law Review 517, January.

GMH (2011). Mujeres y guerra. Víctimas y Resistentes en el Caribe Colombiano. Informe del Grupo de Memoria Histórica. Bogotá: Taurus - Pensamiento

Organización Mundial de la Salud (2003). “Informe mundial sobre la violencia y la salud”. 
http://www.paho.org/spanish/am/pub/violencia_2003.htm.


Oxfam (2010) “Violencia Sexual en Contra de las Mujeres en el Contexto del Conflicto Armado Colombiano” Primera Encuesta de Prevalencia

Colombia 2001-2009. Versión digital

Sobre Laura Gil y Pili
Thomas, Florence (2013). “El encierro de las mujeres”. El Tiempo, Septiembre 10



miércoles, 16 de octubre de 2013

Naturaleza y crianza

Publicado en El Espectador, Octubre 17 de 2013

Delia y Begoña, hermanas gemelas de las Islas Canarias, fueron separadas accidentalmente al nacer en 1973. 


Beatriz, otra niña nacida días antes en el mismo hospital, acabó reemplazando a Delia para ser criada como melliza con Begoña. La otra gemela creció en una familia con la que no tenía ningún vínculo biológico.  La confusión duró hasta el 2001 cuando una amiga de Delia conoció por casualidad a Begoña y promovió el encuentro de esas dos “gotas de agua”. Ahí se dieron cuenta de todas sus similitudes. En la familia de Delia finalmente entendieron por qué ella era tan rara. 


Los gemelos criados en familias diferentes son un buen experimento natural para calibrar la influencia de lo heredado y lo aprendido en la personalidad y el comportamiento. Los falsos mellizos son el reverso de la medalla: comparten el entorno que los cree hermanos pero no la genética. 


La investigación con este tipo tan inusual de personas ha contribuído a destacar la importancia de los factores genéticos y a matizar el papel exclusivo del entorno y  la educación.  La similutud es casi total en los rasgos físicos y en algunos gestos. Beatriz quedó impresionada con el color que usaba Delia para pintarse los labios y la manera de hacerlo, como su madre y Begoña. Los gemelos separados también se asemejan en inteligencia, personalidad, actitudes sociales y preferencias laborales. Al reencontrarse sienten gran cercanía y afinidad. “Delia y yo compartimos la misma opinión en muchos temas. Cuando le hablo sé lo que me va a responder” cuenta Begoña, que frenó la relación con su gemela básicamente para no herir a Beatriz. 


No siempre la simpatía es total. Así lo muestra el caso de Jack Yufe y Oskar Stohr, gemelos nacidos en Trinidad  en 1933 y separados desde los seis meses tras el divorcio de sus padres. Jack se quedó en su país y fue criado como judío. Oskar viajó a Alemania con su madre para ser educado como católico y nazi. Ambos sabían que tenían un hermano gemelo y se comunicaban por carta con mucho afecto. Cuando se reencontraron en 1954 ninguno pudo soportar las ideas políticas del otro. La incompatibilidad fue tal que rompieron relaciones hasta 1980 cuando Jack supo de un estudio de la Universidad de Minnesota sobre gemelos separados e invitó a Oskar a participar. Empezaron  entonces una relación de amor y odio. Lo que más los atormentaba era saber que, de haber sido criados en el lugar del otro, habrían abrazado la ideología que tanto detestaban. 



REFERENCIAS 

Segal, Nancy (2011). Someone else's twin. The True Story of Babies Switched at Birth.  Amherst, New York: Prometheus


El reencuentro de Delia y Begoña




Jack Yufe y Oskar Stohr